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Nuevo pacto del Politécnico con Puebla y México

Nuevo pacto del Politécnico con Puebla y México

Politécnico

Puebla.- En un país donde por décadas la ciencia y la tecnología fueron tratadas como lujos y no como pilares estratégicos de desarrollo, el anuncio del director general del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Arturo Reyes Sandoval, marca un punto de inflexión: una inversión de cinco millones de pesos para impulsar proyectos de innovación tecnológica en Puebla, con el objetivo de alcanzar la tan anhelada soberanía científica y tecnológica.

Este compromiso no es menor ni superficial. Se trata de una decisión que articula voluntades institucionales —el IPN, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE)—, en torno a uno de los desafíos más importantes para México en el siglo XXI: el desarrollo nacional de semiconductores, clave en un mundo donde el acceso a la tecnología define la competitividad, la seguridad y la independencia de las naciones.

Pero más allá de los millones de pesos o los convenios firmados, lo que está en juego es una visión de país. Arturo Reyes Sandoval fue claro:

“No venimos a competir, venimos a colaborar”.

Y esa colaboración es lo que distingue a los verdaderos proyectos transformadores. Puebla se erige como un nodo estratégico de innovación, no por casualidad, sino por una sólida trayectoria educativa y científica que hoy encuentra respaldo federal en un momento histórico

La presencia del IPN en este nuevo ecosistema poblano no solo fortalece la infraestructura académica, también eleva las posibilidades de que más jóvenes se incorporen al desarrollo tecnológico desde sus regiones, evitando la fuga de cerebros y fomentando un desarrollo equitativo.

La educación tecnológica no es solo una herramienta de progreso: es, en muchos casos, la única vía para romper ciclos de desigualdad.

Nuevas oportunidades para la educación con el gobierno de Sheinbaum

Asimismo, este anuncio se da en un contexto político simbólicamente poderoso: el inicio del mandato de la primera presidenta científica en el mundo, Claudia Sheinbaum, un hecho que redefine los referentes de liderazgo y abre nuevas oportunidades para que la educación y la ciencia ocupen el lugar que merecen en la agenda nacional.

Como bien señaló Alejandro Armenta Arellano, “la educación será el principal motor del progreso y desarrollo”. Y no podemos estar más de acuerdo.

La creación y difusión del conocimiento no puede estar desligada de las necesidades sociales, ni mucho menos de la voluntad política.

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La iniciativa Olinia, impulsada desde la presidencia, y el compromiso renovado del IPN de apoyar a productores y empresarios, consolidan un modelo que une academia, innovación y beneficio comunitario.

Finalmente, en palabras de Carlos Alberto Pérez Treviño, director del CECyT 20 en Puebla: “Ser politécnico es un orgullo que deja huella”.

Hoy esa huella se graba más hondo que nunca, no solo en las aulas, sino en los campos, en las industrias, en los laboratorios, y sobre todo, en el futuro de un país que ha decidido —por fin— confiar en su inteligencia colectiva.

Porque la técnica al servicio de la patria no es un lema vacío: es la promesa cumplida de un México que sabe que el conocimiento es su mayor riqueza.

Gloria Lopez


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