Puebla: empleo sí, pero en malas condiciones

Puebla.- El más reciente informe del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) sobre ocupación y empleo en México reporta una noticia que, al menos en apariencia, debería celebrarse: Puebla registró un aumento del 0.5 por ciento en su tasa de ocupación durante mayo de 2025, alcanzando un nivel del 97.7 por ciento y posicionándose como la novena entidad con mayor proporción de personas con trabajo a nivel nacional. La cifra, que supera la media nacional del 97.3 por ciento, parecería indicar una economía en recuperación.
Sin embargo, más allá de los números, es necesario mirar de cerca lo que realmente significan estas estadísticas. Porque si bien más personas están trabajando, no se ha aclarado si lo hacen en condiciones dignas, con salarios justos, seguridad social y estabilidad laboral.
La ocupación, en términos amplios, incluye tanto a trabajadores formales como informales, y el INEGI no distingue aquí la calidad del empleo ni las condiciones específicas bajo las cuales se desempeñan estas actividades.
De hecho, los sectores donde más se concentra la población ocupada en Puebla —el sector servicios y el comercio minorista— son históricamente los más precarizados: contratos eventuales, jornadas extendidas, bajos ingresos y ausencia de prestaciones.
Aunque la industria manufacturera sigue siendo un pilar económico del estado, su proporción en el mercado laboral (16%) es considerablemente menor frente al 44.3% del sector servicios.
Otro dato que invita a la reflexión es la baja participación en actividades primarias, como la agricultura, y en sectores estratégicos como energía, agua y minería. ¿Se está dejando de invertir en estos sectores o simplemente no hay políticas que impulsen un crecimiento sostenible en ellos?
Mientras el gobierno estatal y federal presumen cifras de ocupación, las familias poblanas siguen enfrentando salarios que no alcanzan para cubrir la canasta básica, empleos sin seguridad social, y una informalidad que desdibuja la frontera entre tener trabajo y vivir con dignidad.
No se trata solo de contar personas empleadas, sino de garantizar que ese empleo contribuya verdaderamente al bienestar.
En tiempos donde la narrativa oficial tiende a maquillar los matices de la realidad laboral, es fundamental que sociedad civil, medios de comunicación y académicos sigan cuestionando y profundizando en las cifras. Porque el verdadero progreso no se mide únicamente en porcentajes, sino en calidad de vida.