BUAP va por la democracia universitaria

Puebla.- La Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) inicia un nuevo proceso electoral para renovar a sus consejeras y consejeros universitarios. A simple vista, puede parecer uno más de los tantos ejercicios democráticos internos que marcan el pulso académico.
Sin embargo, esta jornada electoral llega en un momento clave: tras años marcados por tensiones internas, denuncias, crisis de confianza en sus órganos de gobierno y demandas de mayor transparencia, la universidad encara una oportunidad invaluable de renovación.
Este 14 de mayo comenzaron las campañas, tanto presenciales como electrónicas, en las que las fórmulas registradas intentarán ganar el respaldo de su comunidad. Pero no se trata sólo de elegir representantes: es también un ensayo colectivo de madurez institucional.
La BUAP se pone a prueba, en su capacidad de abrir espacios
La convocatoria es clara: no habrá lugar para la guerra sucia, para las campañas vacías ni para la compra de voluntades disfrazada de souvenirs. Se prohíbe el uso de símbolos oficiales, la entrega de propaganda material y cualquier intento de espectáculo populista. En teoría, se busca una contienda basada en propuestas, méritos y trayectorias. Sin embargo, las reglas no bastan si no hay voluntad colectiva de respetarlas.
El Consejo Universitario es mucho más que un órgano representativo: es la máxima autoridad normativa de la universidad. Su composición define en gran medida la dirección que toma la institución en temas clave como el presupuesto, la política académica, el rumbo de la investigación y la relación con la sociedad. Por ello, quienes aspiren a un cargo no pueden limitarse a prometer mejoras locales o beneficios gremiales; tienen que pensar en el futuro de toda la BUAP.
Que la votación se realice también de forma electrónica en varias unidades académicas es un paso positivo hacia la modernización, pero también exige garantías técnicas y de seguridad, además de transparencia absoluta en el escrutinio. El fantasma de las imposiciones o irregularidades sigue siendo una sombra que la comunidad universitaria no ha olvidado.
En medio de este escenario, la BUAP tiene la oportunidad de mostrar que puede ser un ejemplo de autogobierno y participación democrática en el país. Pero eso solo será posible si tanto las autoridades como estudiantes, docentes y trabajadores asumen esta elección con el compromiso que amerita. La universidad necesita menos simulación y más ciudadanía crítica. Las urnas del 26 de mayo deben ser una expresión de conciencia, no de apatía ni de cálculo político.
La BUAP, que ha atravesado momentos complejos, puede hoy dar un paso hacia adelante. La democracia universitaria debe construirse con responsabilidad, ética y visión de futuro. Las elecciones son el primer paso, pero no el último.