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Un humano se contagia de gripe aviar por culpa de leche de vaca

Un humano se contagia de gripe aviar por culpa de leche de vaca

Un humano se contagia de gripe aviar

En la medicina hay incontables historias tan extrañas que sí no hubiera pruebas nadie lo creería, un ejemplo es el hombre con un árbol en su pulmón. Ahora hablaremos de una noticia igual de extraña que se está haciendo tendencia, pero está también es alarmante por el riesgo que representa. Resulta que en un muy extraño caso un humano se contagia de gripe aviar por culpa de leche de su vaca. Ya se había dicho que esté virus está evolucionando y puede infectar a los mamíferos, incluidas las vacas y humanos. Pero nunca se había oído de un contagia tan único.

Esto ocurrió en Texas y se trata de algo tan singular que de momento los médicos lo consideran que será el único contagio de este estilo. Pero están preocupados pues el virus sigue cambiando y puede que esté “caso único” termine siendo algo muy grave. Especialmente porque ahora estamos enfrentando una epidemia de gripe aviar.

Un humano se contagia de gripe aviar

Un humano se contagia de gripe aviar por culpa de una vaca.

Todo esto empezó cuando un granjero se dio cuenta que sus aves de corral se habían contagiado de este virus, logró controlar la situación y él creyó erradicar la enfermedad. Todos sus animales ya se veían sanos pero la verdad era otra. Cuando se encontraba ordeñando a una de su vaca él tuvo contacto directo con la leche y en algún momento se froto los ojos. Resulta que esa vaca, aunque parecía estar sana, en realidad tenía el virus, pero no mostraba síntomas, como el animal estaba enfermo la leche se infectó y luego entro al sistema ocular del granjero.

Todo esto se supo por una gran cantidad de estudios y análisis realizados tanto al paciente como a cada uno de los animales de la granja. Los expertos dicen que, aunque el granjero estará bien tienen la preocupación de que se vaya a empezar a vender “leche infectada” pues la cantidad de contagios aumentaría drásticamente. Esto es un recordatorio de que, aunque “tenemos dominada” la enfermedad, está no ha parado de crecer y adaptarse.

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