Mario Marín sale de prisión; la controversia continúa
Después de más de tres años de encierro en el penal del Altiplano, Mario Plutarco Marín Torres, exgobernador de Puebla, abandonó la prisión el pasado 10 de agosto, para continuar su proceso en libertad. La noticia, confirmada por la abogada de Lydia Cacho, despertó tanto sorpresa como indignación en diversos sectores de la sociedad, que aún recuerdan el caso que llevó a Marín tras las rejas.
Marín fue arrestado en febrero de 2021 en Acapulco, Guerrero, acusado del delito de tortura en contra de la periodista Lydia Cacho Ribeiro, un episodio que quedó grabado en la memoria colectiva como un claro abuso de poder.
La detención había sido vista como un símbolo de la justicia finalmente alcanzada tras años de impunidad, luego de la publicación del libro Los demonios del Edén en 2005, donde Cacho reveló una red de explotación sexual infantil que involucraba a empresarios y amigos cercanos de Marín, como Kamel Nacif Borge y Jean Succar Kuri.
Sin embargo, la reciente decisión de la jueza Angélica del Carmen Ortuño Suárez, del Segundo Distrito de Quintana Roo, de modificar las medidas cautelares en contra del exgobernador y permitirle continuar su proceso desde su hogar, generó una ola de críticas. En una audiencia realizada el 10 de agosto, la jueza determinó que Marín no representaba un riesgo suficiente para justificar la prisión preventiva, ordenando su liberación tras el pago de una multa de 100 mil pesos.
El eco de esta decisión resonó en la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien no dudó en criticar lo que denominó un “sabadazo”, refiriéndose a la tendencia de emitir decisiones judiciales polémicas durante los fines de semana.
“Otro sabadazo, de un juez o jueza que les están dando libertad al señor Marín que fue gobernador de Puebla”, comentó López Obrador, subrayando la gravedad del cambio en las medidas cautelares.
A pesar de su liberación, Mario Marín no ha sido exonerado de los cargos que enfrenta, y el proceso judicial en su contra continuará, ahora desde la comodidad de su hogar en Puebla.
Esta decisión ha sido recibida con escepticismo y preocupación, especialmente por aquellos que ven en este acto una señal de que la justicia puede ser manipulada. La historia de Lydia Cacho y la lucha contra la explotación infantil siguen siendo un recordatorio constante de la fragilidad del sistema judicial ante los poderes fácticos.
Por ahora, Marín ha vuelto a su casa, pero el escrutinio público continúa, y con él, la expectativa de que la justicia prevalezca en uno de los casos más emblemáticos de abuso de poder en México.
